Son más de 90 años de historia automovilística, con una barbaridad de modelos de vehículos y sus respectivas variantes que provoca vértigo nada más leer en su página web, o en la Wikipedia. A Porsche siempre se la ha acusado de ser extremadamente continuista en sus líneas, de hacer siempre sus vehículos sin ninguna variante en sus diseños, exceptuando modelos como el Panamera, el desaparecido Carrera GT, o el primer híper coche híbrido de la historia de la automoción, el 918 Spyder, una auténtica obra de ingeniería mecánica. Pero como suelen decir los británicos de Aston Martin, «Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?»
Uno de los modelos más memorable de la marca alemana, son los Targa, o mejor dicho, las variantes de sus modelos más famosos (en los modelos clásicos específicamente) como el modelo que nos ocupa hoy: un Porsche 911 Turbo «Targa» de 1976, de 3.0 litros sobrealimentado, que era capaz de entregar las redondas cifras de 205 cv de potencia máxima. Según archivos, este bólido germano era capaz de hacerse un 0-100 en sólo 5’9s, lo cual para un peso en báscula de 1.680 kgs en aquella época, me parece algo que pocos fabricantes te podían dar… de casa.
Hoy en día es muy difícil encontrar unidades tan bien conservadas como la que tenemos hoy aquí, recién restaurada por Jose, su orgulloso propietario. Sin un sólo rasguño tanto por fuera como por dentro, casi prácticamente tal y cómo lo adquirió en su momento, amén de una ligera restauración y repintado del blanco perla que este modelo tenía entre las opciones cromáticas de aquella época, a este negro profundo y elegante. Esa es la definición de ser un incondicional de la marca, tener algo y cuidarlo a lo largo de los años que lo disfrutas, para que el paso del tiempo le afecte lo menos posible.